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Pornorama: En el porno también hay arte

Pornorama: En el porno también hay arte
Por Ruth Barrios Fuentes

Cualquiera podría pensar que el cine para adultos consiste en retratar cuerpos sudorosos, excitados, al borde del orgasmo fingido o real, pero hay un reducido grupo de creativos directores que busca embellecer el acto sexual.

Y no es que el coito sea una monstruosidad, pero retratarlo con maestría tiene sus complejidades. Blanca Reygal busca precisamente eso: darle hermosura al sexo con valor cinematográfico.

Esta joven, a sus 30 años, se animó en 2017 a poner en marcha Pornorama, una productora que hace cine para adultos alternativo. Su propuesta se basa en hacer tomas estéticas con una bella luz y composición. Después las imágenes pasan por una fina edición y el toque final es una inquietante música.

Por supuesto que la mezcla debe estar acompañada del ingrediente secreto: las actuaciones.

El porno alternativo busca romper con las ideas preconcebidas del porno convencional que todos tenemos. ¿Cómo lograrlo?: Con personas reales, que no finjan. Precisamente lo atractivo del porno con arte es que sea natural, y que no solo se vea sexo, sino la belleza del sexo.

En el mundo ya hay proyectos con esa premisa. Four Chambers es uno. Dirigido por la actriz Vex Ashley, su sello son fotografías y escenas con una peculiar luz y singulares poses.

Pero, además, algunos desnudos rompen con el canon de belleza occidental, por lo que es más fácil sentirse identificado con las imágenes.

En México, explica Blanca, hay pocas propuestas de este género, y no porque no haya público, sino por una serie de factores que explicaremos a lo largo del texto.
De hecho, el sitio Pornhub colocó a México en 2019 como el primer país de Latinoamérica y el décimo en el mundo que más ve pornografía.

La primera dificultad a la que se enfrentan este tipo de productoras es a la inversión inicial. La compra de cámaras que permitan una resolución de calidad implicará un esfuerzo a largo plazo.

Blanca Reygal, directora de Pornorama

El segundo obstáculo es sobre la falta de actores y actrices. Blanca constantemente los busca, pero pocas veces llega a tener éxito. Y eso que las audiciones ni siquiera son tan quisquillosas, porque no se exige un prototipo de cuerpo. Como lo hemos dicho, entre más común sea, mejor.

La cineasta tiene algunas teorías del porqué es tan difícil hallar buenos participantes. Una de ellas es porque muchos hombres buscan sexo gratis, pero cuando se trata de hacerlo frente a una cámara, reculan. Es lógico que cualquiera se intimide ante las miradas ajenas, pero la pregunta del millón es “¿entonces para qué van a la audición?”. En fin, sigue siendo un misterio.

El tercer obstáculo es -otra vez- el dinero. Al ser un nuevo proyecto, la paga puede significar poca.

De hecho, la remuneración depende del trabajo que desempeñe; entre más hard core [consensuado], mayor será el pago. Hay otros factores que determinan el salario: si son solo fotografías o si es un pequeño video.

Pornorama, por ejemplo, paga entre 1,500 por fotografías a 3,000 por una escena en video. Lo máximo que puede destinar en este momento a un actor son 5,000 pesos mexicanos.

La cuarta dificultad es sobre cómo los usuarios pueden comprar material de Pornorama, un asunto que -por cierto- ya está solucionado, pero que para lograrlo tuvo que tomar tiempo.

El quinto problema es sobre la censura en internet, detalladamente Instagram y Facebook. Ahí, constantemente las imágenes son bajadas por infringir las normas, por lo que hacer promoción en redes es muy complicado.

A lo largo de la charla, Blanca aborda el tema de la ética. Un asunto que podría significar áspero para las mentes más conservadores. Y no es para menos, la ética en el porno se ha sometido a cientos de debates por el uso de los cuerpos para la excitación sexual de un tercero.

Otra controversia se ha centrado en si realmente existe el porno feminista o si es solo un movimiento para disfrazar la cosificación de la mujer.

Pero Blanca lo explica en términos prácticos: 1) los actores y actrices deben recibir una paga por su participación; 2) los actores y actrices tienen que hacer lo que ellos quieran, es decir, nadie está obligado a ser sometido ni a someter. En síntesis, la violencia no está permitida, y 3) el placer también debe estar enfocado en las mujeres, dígase la emancipación femenina.

Con todo esto quiere decir que quienes tengan sexo frente a las cámaras lo disfruten genuinamente. Nada de denigrarse ni de usar la vieja técnica de orgasmos fingidos.

“El porno convencional ha hecho que parezca que la única alternativa sea ver a la mujer como una cosa. Pero a mí me parece que es fácil hacer un sexo sin ningún sistema de opresión. Si va haber algún acto en el que alguien sea sumiso y alguien dominante, o sea, alguien que esté dispuesto a asumir las órdenes de la otra persona, entonces, lo que se trata es retratarlo, pero con el consentimiento de la otra persona”, dice.

No todo el contenido de Pornorama es gratuito. Cada material cuesta 4 dólares, cerca de 88 pesos mexicanos.

Blanca explica que, a diferencia del cine para adultos convencional, su equipo lo integran solamente mujeres, lo que ayuda a montar escenas que pueden gustarle al público femenino.

“Queremos que a la gente le mueva lo que está viendo, tanto por la manera que está retratada, es decir, con valores cinematográficos, como también por lo que estás viendo. Queremos retratar un sexo auténtico. La falla que está teniendo el porno convencional, y que por eso no llega a varias personas, es porque no se sienten identificados”, reflexiona.

La productora promete que Pornorama enciende al público con el trabajo artístico, incluso para aquellos que ni siquiera son ávidos de consumir pornografía.

Pornorama
Foto: Pornorama
Fotos: Pornorama
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